Un buen lugar para comer siempre tiene un plato con su nombre o en su defecto un plato que lo caracteriza del resto.
En la época en que los Napolitanos rondábamos el microcentro porteño nos hicimos habitué de un lugar único, no por su higiene, su buena atención o sus bajos precios, sino por un plato, un único y sensacional plato que no se puede conseguir más que en ese lugar.
Con el tiempo este lugar fue rebautizado como “El matambrito”, dudo que los napolitanos conozcan su verdadero Nombre (City Bar), o el nombre siquiera de su dueño o alguno de sus empleados, pero “el matambrito de la casa” ganó nuestros corazones y nuestros estómagos y nos esclavizó con sus sabores haciendo de ese lugar él lugar de encuentro por defecto.
Cada vez que venía un pariente mío al microcentro en el horario laboral, automáticamente lo invitaba a almorzar con el sólo hecho de agasajarlo. Mi idea siempre fue que conocieran uno de los mejores platos de comida de la ciudad, que supiera que era lo bueno de ser un oficinista porteño, aunque sea por un rato. Los llevaba prometiéndoles un mediodía distinto y los desafiaba a la cumplir la prueba de rigor, terminarse todo el matambrito de la casa (cosa que rara vez podían cumplir).
“El matambrito de la casa” es una porción generosa de matambre de ternera tiernizado, con mucha muzarella por encima (nunca deja ver la carne que hay debajo) y una salsa generosa a base de tomate natural y cebolla de verdeo. El matambrito viene en una bandeja (como debe ser un plato que se precie de importante) con una guarnición abundante de papas rejillas (en plato aparte, no hay lugar para ellas en la bandeja principal). Es casi imposible comerse todo el plato sin sentir que uno fue atropellado, y el sólo hecho de lograrlo convierte al comensal en un verdadero Napolitano.
Hace algunos meses el Napolitano Quito mandó un mensaje con la frase “en el matambrito dejaron de hacer el matambrito de la casa”. Ese fue un golpe muy fuerte para Los Napolitanos, fue un día negro para nuestra institución. Desde ese día lloramos la pérdida de lo mejor del microcentro porteño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario Napolitano