lunes, 27 de septiembre de 2010

Pizzas Napolitanas

Hay lugares emblemas de los pueblos, cada rincón de la Argentina tiene uno, cada habitante de esa zona lo conoce o lo ha escuchado y es un punto turístico gastronómico obligado.

En el microcentro porteño, si de pizza hablamos, dos lugares hacen la diferencia, con estilos similares, productos muy parecidos y mucha historia. No hay porteño que se digne de tal si no comió en las Cuartetas o en el Palacio de la Pizza.

Los lugares son anticuados y viejos (en el buen sentido de la palabra), uno ingresa y se siente en la década del 60, mozos de esa época, mobiliario de esa época, decoración de esa época, todo indica que en esa época fue un gran negocio. Ambos lugares conservan su encanto, los mediodías rebalsan de gente, siempre hay que esperar por una mesa si se te ocurre ir después de las 13 (y eso que tiene mucho lugar disponible) o sino clavarse las 2 porciones de muzarela de parado (2 son suficientes, aún para un buen napolitano).

El secreto de las pizzas son dos, primero el tamaño de la masa, gorda, abundante, pero esponjosa, distintas, son pizzas al viejo estilo, todo lo que es imposible conseguir en una pizzería de barrio. Pero el ingrediente mágico es la muzarella con que las preparan, ese queso caliente chorrea (literalmente) grasa, si uno apoya una servilleta encima y luego la levanta podrá ver con felicidad para el otro lado (si hiciera falta convertir una chapa en vidrio utilizarían esta muzarella). El sabor de ambas combinaciones (masa – muzarella) hacen de estas pizzerías una experiencia diferente.

Son caras, debo admitirlo, cuesta desembolsar más de 60 pesos al pedir una grande de muzza (hace rato no voy, así que no sé su precio exacto), pero uno no paga solo la comida, paga el ambiente, la historia, paga el estar comiendo en el Obelisco de la Pizza, y el precio por tanto valor agregado es justo.

Son dignos lugares para una reunión de Napolitanos, todos juntos intentando no manchar sus camisas, tomando cocacola de vidrio y debatiendo para encontrar la mejor forma de cambiar al mundo.

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