miércoles, 29 de septiembre de 2010

Los deportes Napolitanos

Es difícil para un Napolitano incursionar en el mundo de los deportes, cuando nos ven llegar asumen de lleno que nos dedicamos al Sumo o el lanzamiento del martillo o en el caso que sea fútbol de seguro se lo querrá enviar al arco. Un napolitano no es invitado a participar espontáneamente de un deporte en equipos, su puesto debe ganárselo con sudor y esfuerzo, debe demostrar que las apariencias engañan, que la cintura existe debajo de tanto revestimiento, un napolitano siempre sorprende a la hora de los juegos.

Si hay un deporte Napolitano por naturaleza, ese es el paddle (puede gustarse o no ese deporte al napolitano, pero un napolitano no puede negar que ese es el deporte adecuado). Las paredes de los costados y el fondo y el hecho de jugar en equipo hacen que este deporte disminuya considerablemente el esfuerzo que debe invertirse en un partido. Un napolitano aprende a pararse en la cancha, a muñequear, a jugar con efecto, con un poco de práctica y varias horas de juego un napolitano llega a ser considerado muy bueno, se siente cómodo dentro de la cancha y sobre todo logra que los no napolitanos se sorprendan ante su desempeño.

Un buen napolitano finaliza un partido y se sienta a tomar cerveza y picar productos salados. Soporta una hora (en el mejor de los casos) activando sus músculos y gastando valiosas calorías para luego tener la recompensa de la charla entre Napolitanos traspirados, cerveza de por medio, intentando cambiar el mundo.

Todos los deportes pueden ser realizados por napolitanos (el presidente y el tesorero fueron muy buenos jugadores de fútbol e incursionaron con éxito en el atletismo urbano) pero un Napolitano valora más lo previo y posterior a desempeñarlos, un buen napolitano disfruta de cada momento.

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